Cómo crear un USB booteable con Linux (y mandá a freír churros al Windows que te tiene a maltraer)
¿Cansado de que tu compu esté más lenta que un caracol con sueño? ¿El Windows te está haciendo perder más tiempo que un taxista en hora pico? Bueno, ¡llegaste al lugar correcto! Hoy te voy a contar cómo crear un USB booteable para instalar Linux, esa maravilla del software libre que te va a hacer la vida más fácil, ¡y de paso, hasta te vas a sentir más cool!
Prepará tu USB (sí, ese que ya ni sabés qué hay adentro)
Primero lo primero: necesitás un USB. Pero ojo, no cualquiera. Tenés que asegurarte de que tenga al menos 4GB de espacio (si no, no vas a poder meterle todo lo necesario). Además, antes de empezar, es fundamental que formatees el USB para asegurarte de que esté limpio y en óptimas condiciones. No te preocupes, esto no es tan complicado como parece. Podés hacerlo desde el explorador de archivos, clickeando con el botón derecho sobre el pendrive y seleccionando “Formatear”. Asegurate de elegir el sistema de archivos “FAT32” para que funcione sin problemas. Y si ese pendrive tiene fotos de tus vacaciones en Brasil o documentos importantes, ¡te toca despedirte de ellos! Pero tranquii, todo por el bien de Linux. Si no querés perder nada, podés poner esas fotos y archivos importantes en la nube antes de formatear, aunque tengas que dejarlos mas apretados que pogo del Indio Solari, así los tenés seguros y listos para acceder desde cualquier parte.
Elegí tu distro de Linux
Mirá, el mundo Linux es como ir a la feria: tenés más opciones que puestos de pancho en Constitución. ¡Es una locura! Pero no te desesperés, te doy una mano:
- Si sos medio vago y querés algo fácil: Ubuntu es tu bondi. Es como el colectivo 152, te lleva a todos lados sin que tengas que pensar mucho.
- Si te gusta meter mano y tenés algo de cancha: Fedora es como un buen asado, moderno y con todos los chiches.
- Ahora, si te creés el Messi de la informática y te gusta el riesgo: Mandale fruta con Arch. Eso sí, preparate para transpirar la gota gorda. Es como hacer un asado en un día de lluvia: te puede salir un manjar o terminar comiendo carbón.
Así que ya sabés, elegí con sabiduría y no te quemes los dedos.
Descargá el archivo ISO
Ahora que elegiste la distro, es momento de bajar la imagen ISO. Esto es básicamente el sistema operativo comprimido y listo para ser instalado. Andá al sitio oficial de tu distro y descargalo. ¡Que no te tiemble el pulso! Si la conexión a Internet se pone lenta, no te desesperes, ¡es más rápido que un asado sin esperar a que se cocine!
Usá un programita para crear el USB booteable
Ahora viene la parte fácil, pero que no por eso deja de ser importante. Necesitás un software que haga el trabajo sucio por vos. Si estás en Windows, descargate el Rufus. Es tan simple que hasta tu abuela podría hacerlo (y ella ni sabe qué es un USB). Si usás Mac, el “Disk Utility” de Apple también te hace el trabajo.
Abrís el programa, seleccionás tu USB, y luego elegís el archivo ISO que bajaste. Hacés click en “Empezar” y… ¡voilà! Ahora tenés un USB booteable con Linux.
Reiniciá tu compu y arranca desde el USB
Lo más divertido de todo esto es el momento en que finalmente, le decís a tu compu: “Ahora, ¡vas a arrancar como yo quiero!” Reiniciás la máquina, y antes de que Windows intente colarse, apretás la tecla para ingresar al “BIOS” (normalmente es F2, F12 o ESC, depende de la marca). Ahí seleccionás el USB como dispositivo de arranque.
Una vez hecho esto, arrancás desde el USB y, como por arte de magia, tu compu estará corriendo Linux. ¡Una belleza, papá!
Instalación: El toque final
Lo último es seguir los pasos de la instalación, que son más fáciles que un mate cocido. Elegís tu idioma, zona horaria y, lo más importante, ¡la partición donde va a estar instalado el sistema! Cuidá de no borrar nada que no debas. Si te sentís inseguro, podés hacer una instalación junto con Windows, para tener un sistema dual.
¡Listo! Linux al poder
¡Y ya está! Cuando termines, reiniciás la compu, quitás el USB y, ¡zas! Ahí tenés tu Linux corriendo como una Ferrari. Seguro que te vas a sentir tan libre como pingüino que se hace surf de panza en la nieve. Además, vas a ver cómo tu compu corre más rápido que nunca.
Si te animaste a hacerlo, contame cómo te fue, yo te sigo leyendo linuxero.
Nos leemos en la proxima.
Tuxnauta.